Cuando hablamos de pintura abstracta, en un sentido las palabras y argumentaciones se convierten en arenas movedizas que afectan una experiencia estética libre e individual. Hasta dónde se debe generar un indicio teórico cuando hablamos de abstracción?. Sería mejor que la pintura se debatiera sola sin ninguna otra herramienta que los elementos pictóricos que la componen, defenderse sola en esa deriva espacio temporal que nos plantea la experiencia estética. Si el espectador insiste en asomarse a mi sensibilidad y a las raíces que articulan esta serie de pinturas debo hablarle de dos islas equidistantes donde se nutre mi investigación: la sublimación de mi fertilidad a través del ejercicio pictórico y un cruce o imbricación a mi preocupación sobrepoblacional. En un comienzo este cruce problemático aparentaba no tener ninguna relación, pero más tarde me di cuenta que estos dos asuntos se encuentran directamente relacionados por el opuesto que las une. Una fertilidad que el cuerpo grita en medio de una masa que hierve y se autodestruye.